Kerim vive en Montreal desde hace casi veinte años. Pero siempre ha mantenido el contacto con Mina, su musa, su caprichosa modelo a la que volvía una y otra vez, Mina bailando su farandula sola frente al objetivo de su antigua cámara Nikon. Pero desde hace algún tiempo, las llamadas y cartas de Mina son menos frecuentes. Hubo un último mensaje preocupante, y luego nada. Decide volver al Puerto para encontrarla. El Puerto es como solían llamar a la ciudad que tanto habían recorrido juntos, la más grande de un país insignificante que se extiende entre las aguas hirvientes del Atlántico y las sabanas del norte, en el límite del Sahel. Kerim recorre sus antiguas rutas con la esperanza de descubrir a Mina en el recodo de una calle. Visita su librería abandonada, el lugar de su compromiso político y social. Cuestiona a los viejos amigos con los que ambos solían actuar y burlarse del ejército de dictadores títeres. Incierta, incluso peligrosa, su búsqueda da lugar a un cruce de personajes con motivos escurridizos. ¿Qué Mina encontrará? ¿Se esconderá detrás de un velo? ¿Cantará a Cristo resucitado? ¿Llevará las marcas de la tortura? No es el África lejana y exótica la que el lector encontrará aquí, sino aquella cuyo corazón late al mismo ritmo que el nuestro. El África de los esclavos de ayer, que todavía se presta al comercio más salvaje con el pretexto de la globalización. El África donde, como en Occidente, el poder está en manos de fuerzas oscuras. Y donde las religiones compiten en imaginación y manipulación para convertir a la población a la palabra de Alá o a los Evangelios, bajo la mirada cansada de los antiguos orishas. Llevada por el aliento lírico que caracteriza la escritura de Edem Awumey, Mina entre sombras es un himno a la permanencia del deseo, al poder inmortal de la belleza y al valor de las mujeres.
