Los pontones de Cádiz y la odisea de los soldados derrotados en la Batalla de Bailén, 1808-1812 es el título del estudio de Ruiz García que ha merecido la decimocuarta edición del premio de investigación Historiador Jesús de Haro.
Según ha explicado Ruiz García, la mayor parte de los 20.000 prisioneros cautivos de Bailén fueron hacinados hasta en ocho pontones en la Bahía de Cádiz, a la vista de la ciudad y a razón de entre 1.200 y 1.300 hombres por pontón, casi el doble de la capacidad de un navío de línea incluyendo tripulación y tropa.
Desde la Navidad de 1808 hasta finales de 1810 permanecieron franceses cautivos en los pontones, en condiciones tan inhumanas que escandalizaron a la población de Cádiz, temerosa de la fiebre amarilla que ya asoló la ciudad en 1800 y que llegó a rechazar el pescado de la bahía por considerar que engordaba por alimentarse de los cadáveres que continuamente caían de las cárceles flotantes.
Según el historiador, la mortandad se disparó en los pontones, donde los cautivos llegaron a comerse sus botas, correajes y mochilas, y la situación se vio empeorada con sus intentos de fuga asaltando la barca-aljibe que los proveía de agua y escasas provisiones, ya que ese suministro se ralentizaba tras cada intento de asalto.
El historiador trata de responder con su estudio, que incluye un análisis de la falta de capacidad operativa y de recursos de las autoridades españoles, que sufrían la invasión del país, salvo Cádiz y los archipiélagos, a la historiografía francesa que considera inhumano el trato dado a los cautivos.
Del mismo autor: Las aventuras del navío San Justo
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