Alarico Hidalgo Recio, el Agallas, murió todos los días de su vida desde que, en su pequeño pueblo, recibió un oficio de la capital que le obligaba a incorporarse a la Guerra de África. De allí no vuelve nadie vivo, tú ya estás sentenciao, le dijo su padre. Desde entonces, pasó a ser el Sentenciao y, en su existencia, se abrió un periodo de luchas, miserias, persecuciones, cárceles, campos de concentración y dolor de los que fue saliendo ileso cuando su vieja sentencia parecía a punto de cumplirse.
La odisea de Alarico sirve al periodista y escritor Luis Miguel de Dios para trazar un retrato duro, y muy alejado del costumbrismo, de la vida en Encinasola de los Escuderos durante los años de la Guerra del Rif, la II República, el golpe de Estado del 18 de julio, la represión y el alistamiento en la División Azul. Desfilan personajes y situaciones que configuran un retrato del acontecer en una recóndita localidad castellana agrícola y anclada en sus tradiciones y costumbres.
