De entre las muchas figuras apasionantes que nos dieron la
Revolución francesa y sus sucesivos y complejos gobiernos
hasta el golpe del 18 de brumario de Napoleón, existen pocas
tan complejas y de influencia política de tanto calado como
la de Emmanuel Sieyès. El también conocido como abate de
Frejús fue uno de los protagonistas activos más importantes
de los primeros años de la Revolución y, pronto desencantado
de los nuevos gobiernos republicanos, el artífice político
de la irrupción de Napoleón Bonaparte como «espada» de
la joven nación. Pero Sieyès no solo dominó el difícil arte
de la conspiración y la improbable supervivencia bajo el
Terror, sino que asumió el difícil cometido teórico de crear
el novedoso lenguaje político que iría asociado al nuevo
régimen. La importancia de este cometido, todavía hoy poco
valorado, es capital para nuestras democracias actuales. Su
obra más conocida, ¿Qué es el tercer estado?, se ha considerado
el manifiesto fundacional del nuevo mundo político que
surgió de la Revolución, y sus propuestas aportaron inventos
esenciales para cimentar las principales instituciones del
nuevo orden. A él se deben, por ejemplo, las nociones de
poder constituyente, poderes constituidos, arte social,
establecimiento público, asambleas primarias, tribunal
constitucional y otros muchos conceptos. El abate contribuyó
de modo principalísimo a la creación de un nuevo lenguaje
político que es tanto como la creación de un nuevo mundo
