Truman Capote fue un maestro de las formas breves y un agudo observador y crónista de su época. Son los retratos de Richard Avedon los que inspiran a Capoe una serie de certeros perfiles, empezando por el propio Avedon, y luego pasando revista a un socarrón John Houston, un ambivalente Chaplin, una coqueta Coco Chanel y un Duchamp iconoclasta que bien podría ser su reverso.