Queda para los lectores la pregunta abierta de si no puede leerse también la obra de Silva Acevedo como la parábola del artista: la santificación del oficio de la creación como sentido de la humanidad. Donde cabe, por cierto, la pregunta: ¿se condena la oveja negra por ser la qe arranca de la manada para cumplir el llamado de la trascendencia? O la siguiente: ¿secondena la manada en la insipidez de su rutina que niega la fiera que debiera pugnar por nacer?