Aun pudiendo compararse a los mejores couturiers por su técnica y haber triunfado como modista a lo largo de tres décadas, el mayor éxito de Azzedine Alaïa tiene que ver con su libertad: emigró, escogió su oficio, trabajó duro y centró su talento con rigor en el trabajo bien hecho. En contra de todo el sistema de la moda, desfiló cuando le convino, y con los años evolucionó.
En contraste con la austeridad que le caracterizaba, en los años ochenta Alaïa introdujo la sexualidad en las pasarelas con sus cortes ajustados y el realce de las curvas del cuerpo femenino, que constituyó su estilo personal. Un vanguardismo sexi que vistió tanto a Tina Turner o Grace Jones como a la burguesía internacional.
En este libro Laurence Benaïm evoca la ética creativa de Azzedine Alaïa, su sistema de valores, y la importancia que estos tuvieron para sostener una casa de moda única.
