En julio de 1996, la afición ciclista española despertaba bruscamente de un sueño de cinco años: un ciclista danés no muy conocido, Bjarne Riis, destronaba a Miguel Indurain de su largo reinado en el Tour de Francia. Desde entonces la figura de Riis no ha abandonado el primer plano de la actualidad pedalística mundial, aunque su trayectoria como ciclista, y luego como propietario de equipo, no se pueda considerar precisamente un ejemplo de placidez y estabilidad.
A partir de la cumbre deportiva y vital que supuso para Riis aquella victoria, su andadura ha consistido en una auténtica montaña rusa personal y profesional. En ella se alternan momentos brillantes, como los éxitos de su equipo ciclista, culminados por la victoria de Carlos Sastre en el Tour de 2008, con episodios dramáticos, como su fracaso en el Tour de 1997, su controvertido papel durante la tragicomedia de la edición de 1998, su confesión de dopaje en 2007, y la suspensión de su corredor estrella, Alberto Contador, a raíz del tristemente famoso affaire del clembuterol.
En Nubes y claros Bjarne Riis despliega un verdadero ejercicio de catarsis, una especie de autoexorcismo, que sorprende por su crudeza, su detallismo y su sinceridad.
Lo que dice la crítica
Luis Román Mendoza, responsable de comunicación de la RFEC: tiene 418 páginas que, por cierto, se leen bastante bien (
) Muchos más claros que nubes los que ha puesto Riis en su autobiografía que, pese a todo, resulta interesante para conocer a un personaje cuya valoración en España se reduce al hematocritado que le quitó el Tour a Indurain y al vigente director deportivo de Contador, pero que cuya huella en el ciclismo mundial en estas dos últimas décadas es mucho mayor de lo que parece. Para bien o para mal.