Todos los que se han acercado a la obra de Nathaniel Hawthorne (1804-1864) -Poe, Melville, Henry James, Borges- se han mostrado unánimes al destacar la imaginación como elemento dominante en su escritura. Esta obra perturbadora y profunda, impregnada de un romanticismo negro y una visión del mundo intensamente pesimista, es el producto de una imaginación radical y despiadada en su clarividencia.