Yo lo dije en otra parte: Todo erotismo es sagrado. Por eso Miguel se acompasa del Cántico de San Juan, pero en el fondo acampa en el Cantar de Salomón: Largas las piernas, la eles de las piernas/ textura y ligereza hacia/ la pura lentitud del centro./ Lentitud de la pisada. Lentas su consistencia y la concupiscencia
// Qué hacer, Señor, con estos ojos/ con esta hambruna que me sale de la piel/ y se vuelve canto al aire
(pp. 24-25).
Adquieran estos paladeables versos, porque, ¿quién no tiene la piel entreabierta, ¿quién se resiste a la temperatura que deja atisbar los mil colores? Perlas encarnadas son las palabras de este poeta. Saludo a su muchacha que mudó de piel en Salamanca.