La carne se presta al mundo sin amparo. La concebimos como el vínculo que suelda nuestro aliento a la existencia. Carne irreal si con olvido o desmemoria elude el sentir por el dolor ya instaurado. Por ello, a la poeta solo le queda aliarse con la extensión que logra la inventiva, recordando o asumiendo en la insistencia del aire, el uso de la vida.