Como explica el editor del volumen, el poeta y crítico Jordi Doce, no es un hilo temático elegido al azar. Desde la publicación de su primer libro, Una lengua emerge (1950), Crespo se propone en gran medida la exploración de un territorio geográfico el paisaje manchego de su infancia y juventud que es también un territorio verbal: un dominio íntimo, alzado con todo lujo de detalles en un puñado de libros hermanos, en el que se dan la mano el impulso autobiográfico y el tono meditativo, la memoria y la imaginación, la fe en el poder de los símbolos y el uso magistral de la alegoría, la fidelidad a los signos terrestres y la pasión por la palabra.