«Después de tantos años me han encontrado y quieren que cuente nuestra aventura. Todo lo que ocurrió y lo que hicimos; lo que vivimos
El tesoro
Sea por ella, entonces. Sexo, drogas y rocanrol, a ese ritmo nos movíamos. Un sexo sucio y vergonzoso, unas drogas doradas y brillantes, y un rocanrol que siempre sonó más bien a música de mariachi y canto de recortada. En un rincón del desierto abandonado y polvoriento, una niña decidió rebelarse contra su destino y cobrarse justa y merecida venganza. Hasta convertirse en la mujer que cambió nuestras vidas y nos dio una razón y un motivo por los que luchar, matar y morir.
Beatriz nació y murió buena y hermosa; el cuerpo más impresionante y los ojos más azules de todo México. Su sangre, propia y ajena, aún baña la tierra que la vio nacer. Su nombre, entonces como ahora, sigue sonando a leyenda: Sultana.
Soy el Doctor; y esta, nuestra historia
».