Año 2040. En una España empobrecida por las epidemias y las secesiones regionales tiene lugar una misteriosa sucesión de asesinatos. Una foto de la siguiente víctima, enviada a un teléfono móvil pocas horas antes de cada crimen, es la única información disponible para la investigación. De este modo la amargada subinspectora Susana Castaños y su joven y entusiasta compañero Jacinto Pérez se ven empujados a una carrera contrarreloj para intentar salvar al menos a alguna de las víctimas. Pero la investigación no resulta sencilla. El asesino es meticuloso y no deja huellas. Y sus víctimas son tan dispares que es imposible establecer una relación entre ellas: un juez conservador jubilado que mantiene una inesperada relación homosexual con un chapero; la anodina empleada de un supermercado; un cartero interino divorciado; o un ex policía aficionado al cannabis y antiguo compañero de la subinspectora. La trama se complica a medida que se van viendo implicados algunos personajes importantes cuya vinculación con los crímenes no añade sino confusión. Todo en medio de un escenario de crisis de las instituciones, la ec