La lluvia amarilla del tiempo cae silenciosa sobre Ainielle, un pueblo del Pirineo aragonés cuyos habitantes decidieron abandonar poco a poco para buscar una mejor vida en otros lugares. Mientras espera la muerte, Andrés, su último morador, recuerda, a través de un emotivo monólogo interior, aquellos tiempos en los que Ainielle era una tierra con futuro y no sólo con pasado.
Publicada en 1988, la segunda novela de Julio Llamazares confirmó al escritor leonés como una de las voces más originales en lengua castellana, gracias al lirismo de su estilo y a su preocupación por temas como la memoria histórica o la España despoblada, que apenas habían sido tratados en la literatura española de la época.