Si la poseía es conocimeito, si es esa búsqueda de descifrar la propia identidad y lo que sea este mundo, ningún territorio mejor para iniciar el rastreo que aquel vasto y perdido de la infancia. Allí está nuestra mirada más abierta, la que debe rescatar todo poeta; allí también cayeron las semillas de nuestra soledad, de nuestro desarraigo y de todas las rebeldías futuras.