En un callejón de la parte baja de la ciudad, lo que empieza como un simple atraco acaba en tragedia. El asesino iba sentado en una silla de ruedas para engañar a la víctima, pero tiene que abandonarla en el escenario del crimen. El inspector Méndez, perro viejo tras toda una vida de patear las calles de Barcelona, empieza a seguir el rastro que ha dejado la silla por unos bajos fondos poblados de portales oscuros, pisos atestados de ilusiones perdidas, bares malolientes y pensiiones poco remomendables.