Para escribir esta obra, Richard Ellmann fue desde Dublín a Londres, pasando por París, Trieste, Zúrich, Copenhague y Pola, y en ese proceso descubrió a numerosas personas que habían servido a Joyce para construir sus personajes, y las redes asociativas en las que los situó. Ellmann muestra cómo Joyce transforma esta materia prima en sus revolucionarias ficciones.