¿En qué momento mi vida empezó a ser accesible solo en vacaciones?, se pregunta la narradora mientras reconstruye su experiencia en una isla de Malta. Una abarcable geografía, propicia para sentir y pensar también desde el cuerpo; el clima ideal para reflexionar sobre los dilemas planteados por el trabajo, la política del tiempo, los envites del turismo, el deseo de autenticidad y otros ambiguos imperios del presente.
Gozo nos habla de la posibilidad de un placer casi sagrado, el de no hacer nada (o no hacer tanto, o no por necesidad). Y la prosa fragmentada que le da forma despliega, a la vez, una constelación de voces y pensamientos afines de Georges Perec a Susan Sontag, de Roland Barthes a Maggie Nelson dispuesta para la revelación de aquello que surge cuando, ante nosotros mismos, frente al espejo del mar, nos damos por fin tregua y nos detenemos.