«Mi media naranja, Kathleen Gray, aspiraba a adoptar a una niña de seis años, Addie Dawes, que había sobrevivido al incendio de su casa, en el que habían perdido la vida los demás miembros de su familia y ella había sufrido graves quemaduras. Tras observar a Addie y a Kathleen mientras jugaban con muñecas en el suelo del salón, la señora Feldson, satisfecha con la calidad de su interacción, había pasado a fijarse en mí. ¿Tiene usted una tarjeta? pidió.
Sí, claro.
Saqué la cartera del bolsillo de atrás del pantalón y extraje una tarjeta que acababa de hacerme para aquella precisa ocasión. Se la entregué.
«Donovan Creed. Agente especial. Departamento de Seguridad Nacional» leyó Patty en voz alta, y se sonrió. Bueno, no es que diga gran cosa, pero desde
luegoparece misterioso y emocionante. ¿Viaja usted mucho, agente Creed? Me planteé cómo se tomaría que le dijera que era asesino a sueldo de la Seguridad Nacional, aunque a veces hacía trabajitos por mi cuenta para la mafia o para un enano homicida con muy malas pulgas que se llamaba Victor.
La verdad es que sí, pero me temo que mi trabajo tiene poco de misterioso y emocionante. Básicamente me dedico a hacer entrevistas.
¿A sospechosos de terrorismo?
Propietarios de pisos, gerentes, esas cosas.»
