El interior de un tren es un lugar perfecto para contar historias. En especial cuando los viajeros más inquietos, tres niños de corta edad que viajan con su tía, empiezan a aburrirse y a preguntar mil cosas a la vez. La torpeza de la mujer para lograr que sus sobrinos mantengan el interés por sus palabras alerta a un viajero, que se ofrece, casi valerosamente, a iniciar una nueva historia.