El cangrejo ermitaño se está muy cómodo en su lata de guisantes; pero, ¿qué pasará cuando su casa le resulte pequeña? ¿Quién le echará una mano? Una fábula para comprender el valor de la generosidad.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información