Niza en invierno. Llueve y los cafés están fantasmagóricamente vacíos. Esta historia que desemboca en la Costa Azul fuera de temporada se origina en las playas fluviales del Marne, donde el narrador conoce a Sylvia. Domingos de agosto narra una historia de amor que es al mismo tiempo una historia policíaca en la que se adivinan ecos del fatalismo crepuscular de Simenon.