En su libro, Fontoura da Costa aventura una explicación de la manera como Alberto Durero conoció el rinoceronte que el rey Manuel I de Portugal regaló al papa León X. Dicha explicación -?la conexión entre Durero y Valentim Fernandes, alemán residente en Lisboa, quien le habría enviado al artista nuremburgués un dibujo del animal?- ha sido puesta en duda por Roberto de Andrade Martins, quien afirma que no se ha acreditado que tal conexión existiera, por lo que es imposible saber qué dibujo o esbozo utilizó Durero como base para su dibujo, primero, y para su grabado, después, ni cómo llegó hasta él. Es seguro que Durero no vio nunca el rinoceronte indio del rey de Portugal, ni ningún otro. Pero a través de su grabado llegaron a conocerlo sus contemporáneos y seguimos admirándolo en nuestro tiempo.