No se puede decir que la vida de Antón sea perfecta: vive con su abuela porque sus padres trabajan en el extranjero y están demasiado centrados en sus carreras profesionales, y además debe soportar que su profesor le ridiculice en clase. Pero un día se acercó a un nuevo edificio que resultó ser el Conservatorio Nacional de París, conoció a una mujer demasiado amable que era profesora de música y, de la noche a la mañana, su vida cambió.