Desde un planteamiento interescalar, se abordan el clima y el territorio como aspectos clave en cualquier solución urbana y arquitectónica; la ciudad y su entorno paisajístico como la escala adecuada para la gestión de los impactos del cambio climático; las personas y su actividad como centro alrededor del cual se establecen nuevos patrones culturales y de habitabilidad; y por último, se reivindica el origen vernáculo de la arquitectura y su papel para hacer frente a los riesgos ambientales.