No eran conscientes, pero un periodista traumatizado que se convirtió en lutier, una abogada de las causas pobres, un gótico deprimido, dos astrólogas fans de Kepler, un hacker índigo fanático de la generación ciberpunk, un escultor obsesionado con pinchar las ruedas de los coches más caros aparcados en la Universidad, una resuelta secretaria de un centro de salud rural, un profesor de Química y un cartero manchego, obsesionado con la comida que no deja de soñar con encontrar al gran amor de su vida, tenían mucho en común: no eran únicamente frikis que habían sufrido el rechazo social... También eran ángeles atrapados en un laberinto de corrupción y miserias. Los mismos ángeles que hacen lo imposible para luchar por lo que es justo, cuando los tribunales, la universidad, la política, la economía y los medios de comunicación están podridos.
Ángeles en el laberinto se desarrolla entre Madrid y Valdepeñas, en pleno corazón de La Mancha. Sus protagonistas son Quijotes y Sanchos del siglo XXI que no descansarán hasta demostrar que el surrealismo, las luchas por la justicia y la diferencia entre apariencias y esencias son una forma de vivir y latir.
«El nuevo año entró como siempre: repleto de frío y buenos propósitos, algunos kilos de más y un sinfín de deudas, aunque a las mismas realidades deprimentes de casi todos los españoles, Santi Panza tuvo que añadir el tremendo desasosiego por la desaparición, ya más que preocupante, de su querida amiga Alicia Donaire, además del ya insoportable dolor por ese amor que no llegaba, ni aun habiendo escrito una Carta a los Reyes Magos pidiéndoles lo que su corazón no hacía sino pedirle a gritos a él».