En la elegante mesa de té del palacio, el rey tiene una rabieta: no quiere compartir mesa con el gato. ¿Quién se ha atrevido a invitarlo? No hay nada más desagradable que merendar con un gato sentado a la mesa. ¿O quizás sí? Iván, el consejero real, le hace imaginarse a su majestad cómo habría sido merendar con un oso como invitado, o una jirafa, o una foca... Y tanto insiste Iván en presentarle a desagradables invitados imaginarios, que al final el rey merienda feliz y contento con el gato y su compañero Mondrian, futuro pintor famoso.